1.- ¿Por qué te gusta leer?
Nunca me lo había planteado, comencé mi afición
por aburrimiento, tras la muerte de mi padre emigré con mi madre a Ibiza, y
durante unos meses fue imposible entrar en la escuela, así que iba a los escaparates
de la calle El Progreso y me leía todas las portadas de los tebeos, las
dependientas hacían la vista gorda porque sabían que cuando juntaba los ocho
duros que costaba un libro de Bruguera, lo compraba. Después, a los trece años,
al no poder estudiar, como acto de rebeldía contra la dictadura que me negaba
el derecho a seguir estudiando.
2.- ¿Recuerdas cuál fue el primer libro que
leíste?
Imposible, leía muchos, muchos, no me gustaba el
fútbol. Lo que sí recuerdo el que más me impacto con once años, Cuentos de
la Alhambra, de Washington Irving, otros que me marcaron bastante fueron La
madre, de Máximo Gorki y ¿Por quién doblan las campanas? de Ernest
Hemingway
3.- ¿Cuál es tu libro favorito?
Ahí sí que no tengo dudas, de más a menos más de
cien, pero como no es cuestión de enumerarlos todos: El Quijote, El
Lazarillo, Cien años de Soledad, Réquiem por un campesino español,
La tesis de Nancy, ¿Por quién doblan las campanas?, Los
Miserables, El conde de Montecristo, La casa de los espíritus…
4.- ¿Y tu momento favorito para leer?
No lo
sé, supongo que por la noche, pero también cuando voy por las tardes a
Burjassot y me toca esperar a mi hijo…
5.- Descríbenos tu rincón de lectura.
No tengo rincón de lectura, además, tengo el
vicio de leer dos o tres libros a la vez, y depende del libro. La poesía cuando
me cansó de escribir y necesito relajarme, novelas o ensayos compartiendo banco
en la plaza Emilio Castelar con Vicent Andrés Estelles, en una hamaca, en el
verano en la terraza.
6.- ¿Nos recomiendas un libro infantil?
Me
encantaba todo lo de Mark Twain, todavía conservo aquellos libros de Editorial
Bruguera, Tom Sawyer, Un yanqui en la corte del Rey Arturo, los
de Julio Verne, también me gustaban entonces y me gustan…
Biobibliografía
Nací con las primeras nieves del otoño, o tal
vez las primeras del invierno, en un pueblo del sur de Castilla, y por llevar
la contraria, del norte de la Mancha, en Pinarejo. Me llamo Paco y nunca fui
Francisco, por expreso deseo de mis padres. Con once años compatibilizaba la escuela con
trabajos diversos, repartidor de propaganda, pistas de Scaletrix, fábrica de
camisetas, pintor de camisetas y con trece, concluida la EGB, como tantos otros
pasé a ser carne de hotel en el verano y de obra en el invierno a razón de doce
o catorce horas diaria a cambio de un sueldo de miseria. No poder estudiar,
hizo de mí un rebelde con causas sobradas para serlo. Aprender fue una obsesión
a la vez que un acto de rebeldía contra la dictadura, lo cual me ayudó a
sobrellevar y justificar mi timidez, también a salir de ella. Mi casa se fue
llenando de libros. A los diecisiete mi madre decidió alejarme de la isla, me
trajo a Valencia, y comencé a alternar, junto con el trabajo a destajo en la
obra, la lectura, la escritura y otras actividades que no siempre terminaban
bien, fueron tiempos de mucho deporte, escalando paredes o echando carreras
delante de los grises, por suerte corría mucho.
Con veintiséis años tenía claro que iba a ser escritor, al
menos eso creía yo. Un poeta consolidado se ofreció a ayudarme a cambio de que
me fuese a Madrid y abandonase mi activismo, le dije que no. Participé en el
Premio Nadal, y para mi sorpresa recibí dos cartas, la primera diciéndome que
mi novela había sido seleccionada, y la segunda que pasaba a la siguiente fase,
fue con mi novela «Réquiem por una noche de amor». Me hice tantas ilusiones que
después de fallado el premio, les mandé una carta convencido de que me
publicarían la novela. Fue que no, y ese día decidí que jamás volvería a
escribir y mucho menos a participar en ningún concurso literario. Cumplí mi
palabra durante veintiséis años, a cambio multipliqué mi afición por la
lectura. Tras la huelga general de 2012 contra la Reforma Laboral, fui premiado
por la empresa en la que trabajaba con un finiquito en directo. Abrí mi primer
blog, y pronto comencé a publicar en diversos medios digitales.
2º Premio de Relatos contra la Violencia
Machista Ajuntament de Terrassa 2014- «Aurora cierra los ojos», publicado por
Ediciones Hades. 2 º Premio B.R. Univertistat Popular de Burjassot «Vicentica»
(Burjassot- Valencia 2016). Soy autor de las novelas Los manuscritos de Teresa Panza (2015 / Ediciones Hades)
escrita imitando el estilo del siglo XVII, posiblemente sea la única novela
redactada en el siglo XXI que ha entrado en la lista de los más vendidos de
Ficción Clásica, Caricias Rotas (2016 / CreateSpace) que es una novela
de compromiso contra la violencia de género, para la cual me documenté para
intentar, además de entretener, ser útil, lo cual según me han corroborado
muchas personas, psicólogos incluidos, he logrado, con ella llegue a estar en
el Top 100 de Amazon en el mes de febrero de 2017, en España, México y
literatura en español de EE.UU. Mi última novela es Magdalenas sin azúcar
y con ella he participado en dos concursos, en el Primavera y en el Ateneo de
Sevilla, quedando en este último en algo que llaman la repesca con
posibilidades de ser publicada. Finalmente, tras esperar un tiempo prudencial
opté por publicarla con Letrame-Editorial.
Para escribir Los manuscritos de Teresa Panza
decidí coger el estilo del siglo XVI, por lo cual llevé a cabo la adaptación de
capítulos del Quijote, y de La Celestina y El Lazarillo que,
finalmente, publiqué en Amazon, estando desde el primer momento entre los
libros más vendidos de Ficción Clásica, supongo que por suerte o el trabajo de
investigación que hay detrás. No me consideró poeta, a pesar de que en mi
juventud recibí algún premio sin trascendencia para mí, pero también escribo y
disfruto con la poesía. Tengo dos recopilatorios publicados: Las abarcas del
campesino analfabeto que soñó ser poeta (apenas se han vendido una
treintena de ejemplares) y Pisando barro, soñando palabras (más de
10.000 descargas gratuitas).
Mis aficiones son la lectura y la escritura (por
supuesto), la historia (tanto como lector como como investigador), la pintura (soy
capaz de entrar en un museo de pintura y olvidarme hasta de comer), viajar (aunque
por desgracia para eso es preciso el dinero que no tengo), el teatro y el cine.
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