1.- ¿Por qué te gusta
leer?
Es como un vicio, necesito satisfacer mi curiosidad… Nunca
es suficiente.
2.- ¿Recuerdas cuál
fue el primer libro que leíste?
Un cuento. El gato con botas.
3.- ¿Cuál es tu libro
favorito?
Tengo varios. Digo uno: El Péndulo de Foucault.
4.- ¿Y tu momento
favorito para leer?
A última hora de la tarde, cuando los últimos rayos de sol
se filtran entre las ramas.
5.- Descríbenos tu
rincón de lectura.
Sentada en la puerta de la era, impregnándome del olor a menta
y Maria Luisa (me gustan los aromas naturales.
6.- ¿Nos recomiendas
un libro infantil?
¿Un libro para niños y niñas grandes? El Principito.
Biografía
Nací
un 23 de febrero del año de gracia de 1958. Mis padres, Manuel y Manuela, por
suerte rompieron la tradición y me pusieron como mi abuela materna, Amor.
Aunque el franquismo se empeñó en anteponer el María, delante. Tengo solo una
hermana cinco años menor que yo. Mientras ella es totalmente urbanita, yo soy
más de campo que las amapolas. Recuerdo mi infancia como la de una niña a la
que le gustaba trepar a los árboles, tirarse por las pendientes sobre cartones…
Las muñecas me aburrían y prefería la acción. Tal vez es por eso que he tenido
más amigos que amigas. Las niñas eran demasiado tranquilas.
Mi
vida académica es normalita. Mi paso por un colegio de monjas acabó en
expulsión, por roja e incitadora al rojerío. En el Instituto los estudios me
fueron mucho mejor. Hube de abandonar el bachiller en quinto: era la mayor y mi
padre, un cocinero bohemio, muchas veces no se acordaba de enviarnos dinero. Mi
primer trabajo fue como auxiliar administrativa en una agencia de detectives.
Me costeé el secretariado y me tocó, como a toda hija de vecina, sufrir el
Servicio Social (en el primer INEM que se inauguró en Barcelona, cerca de la
catedral…, y en la Jefatura Provincial del Movimiento vendiendo camisas azules
y botones).
A
la tierna edad de catorce años mi madre tuvo la brillante idea (nunca se lo
agradeceré lo suficiente) de apuntarme a un club de montaña. Allí comencé a
subir cimas, casi siempre con más chicos, solo una amiga me acompañaba.
Coleccioné 3000 y practiqué escalada. A los dieciocho años me pasé al mundo
subterráneo, éramos muy pocas mujeres, y se tenía que lidiar con el machismo
imperante. Allí conocí al que sería mi marido, hoy mi compañero.
Me
casé a la edad de veintiún años, fui madre a los veintisiete. Cuando mi hijo
tenía cinco años quise volver a reemprender mis estudios. Me apunté a mayores
de veinticinco años y llegué a entrar a Empresariales (por abrirme puertas
laborales, un error imperdonable, no me gustaba ni ese ambiente ni la carrera).
Lo dejé sin acabar el primer curso. Seguí trabajando, y contagiando mi pasión
por la Historia y la arqueología a muchas amigas, que acababan la carrera y me
reprendían el que yo ni tan siquiera lo hubiese intentado… Les hice caso. Volví
a pasar por mayores de veinticinco años, me matriculé en Historia, acabé la
carrera… trabajando y con un hijo de diez años, muchas noches no dormía para
poder entregar los trabajos, pero me gustaba… era un reto. Me matriculé en las
clases de doctorado, también trabajando… y acabé, aunque me sigue quedando
pendiente la lectura de la tesis (no creo que la lea nunca, es algo que no me
preocupa). Gracias a un aval que la UB, el Departament de Ciències de l'Antiguitat,
me extendió pude dirigir por primera vez los trabajos de investigación en un
yacimiento de alta montaña, en el Pirineo oscense, en el Barranco de Batane.
Me
separé de mi marido ese mismo año 2008, y quise romper con todo, civilización
incluida. Dejé Roche Diagnostics (mi trabajo de atención personalizada a los
diabéticos) y me fui con mi perra Yuki
a un pueblo abandonado, donde ahora hay dos casas más habitadas, y donde sigo
empadronada y viviendo. Nunca corté la comunicación con mi ex marido a pesar de
estar separados formalmente. Hace unos años volvimos a darnos una segunda
oportunidad, aunque intentando aprender de los errores. En estos años de
vivencias en Huesca ha habido de todo, he flirteado con la política, o ella
conmigo, ni se sabe. Llegué a estar en las listas, y fue mucha la gente que me
prestó su voto. Hoy se que la política es necesaria, pero sigo opinando que yo
nunca seré una buena política, carezco de la diplomacia.
Quiero que sepas que cuando me diría a Vielha pasé por la carretera de Pardinella siguiendo el GPS de mi coche. Dudé si entrar en Pardinella y llamar a tu casa. Pero algo me dijo que mejor sería seguir adelante. Con esto solo quiero decirte que siempre estarás en mi corazón. Cuando una persona ama, lo hace desde su más profunda esencia. Y el paso del tiempo no importa. Sé que ahora está con Jordi, y no quiero molestarte. Pero quiero que sepas que hay un alma que te recuerda y te echa mucho de menos. Un abrazo, amor.
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